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El Primerísimo

diciembre 25, 2008

I

Esencial en la historia de mi pueblo el ejemplo de entereza y patriotismo de Domingo Mujica y Carratalá.
Desde temprana edad visité el parque que lleva su nombre, observé respetuoso la estatua que perpetúa su memoria y alguien dijo que era un patriota, pero entonces no comprendí su significado. En la escuela primaria y en las posteriores hablaron de los grandes hombres de nuestra historia, pero de él no dijeron una palabra.

Parque “Domingo Mujica Carratalá” visto desde la esquina de las calles Céspedes y Luz Caballero, Jovellanos, provincia de Matanzas, Cuba. (foto de 2003)

Parque “Domingo Mujica Carratalá” visto desde la esquina de las calles Céspedes y Luz Caballero, Jovellanos, provincia de Matanzas, Cuba. (foto de 2003)

De adolescente y en plena juventud recorrí el parque durante los tradicionales paseos dominicales o me senté en sus bancos bajo la sombra de sus flamboyanes acompañado de los estudiantes que esperábamos el timbre de entrada a clases en la contigua Escuela Secundaria. Conversábamos animadamente sin percatarnos de su cercanía… sin advertirlo entre nosotros.

Desde la puerta o la ventana de la casa que una vez habitara mi familia a la orilla del parque, siempre que miraba hacia el magnífico paisaje percibía su presencia.

Sin embargo, pertenezco a los que conocimos muy poco acerca del más insigne hijo de mi pueblo.

Pasó el tiempo. En mi caso, alejado de nuestra querida tierra creció la pena de no saber de él a ciencia cierta. El fervoroso deseo de encontrar información o alguien que me contara sobre Domingo se convirtió en inquietud apremiante.

Búsqué todo cuanto fue posible. Mucho me ayudó el reconfortante arraigo a mi pueblo, el privilegio de haber nacido allí y recordarlo con cariño… La imaginación me lleva por sus calles y rincones; reconozco sus casas y edificaciones, a mis familiares y amigos, a sus pobladores…

Con asombro miro a mi alrededor y sin dudas…  estoy en Jovellanos !!! Una suave brisa se extiende por el parque. Acomodado en uno de sus bancos contemplo el entrañable lugar, examino las figuras y rostros de mis coterráneos que pasan, algunos se acercan y me saludan afectuosos, les respondo de igual modo con la satisfacción de encontrarlos después de tanto tiempo.

La inmortal figura en mármol de Domingo Mujica y Carratalá enmarcada en el azul magnífico del cielo de Jovellanos. Foto Abril 2010.

Al despedir al último de ellos dirijo involuntarimente la mirada al sitio donde permanece hace 89 años la estatua de Domingo. Me llama la atención la silueta de una persona desconocida ataviada de inusual vestuario que aparece en esa dirección. Se aproxima con lento y firme andar… viene hacia mi. Mentalmente paso revista a sus rasgos y determino que nunca antes le he visto, sin embargo su personalidad emana simpatía y confianza, y en su sonrisa hay un destello familiar. Ya lo tengo al frente y me pongo de pie. Me mira fijamente y deja escuchar su viril voz.

Domingo Mujica y Carratalá, EL PRIMERISIMO de los jovellanenses. Foto tomada de la Enciclopedia de Cuba.

– Es a mí a quien buscas, al que quieres conocer? – y tras breve pausa añade con especial entonación en sus palabras – Soy Domingo Mujica y Carratalá. Siempre he estado muy cerca de tí y de todos los jovellanenses – concluye, extendiéndome su mano.

La sorpresa y la emoción me dejan sin habla. Vestía “chaqueta negra, chaleco y corbata del mismo color, pantalón de casimir claro, botines de becerro negros y camisa blanca”[1]. Elegante, aunque con la sencillez de la juventud de su época. Estrecho fuertemente su diestra y corresponde con similar energía.

– Claro… claro que sí, Domingo…es éste el honor más grande…encontrarme con usted ! – es lo único que puedo articular.

– Bueno, si vamos a conversar lo mejor es que me trates de “tú”. A fin de cuentas hoy eres mayor que yo, pues dejé de existir físicamente apenas un mes después de cumplir los 30 años – expresó jovialmente.

– Será como lo pides- respondo – aunque debo decirte que eres el orgullo de nuestro pueblo, una gloria de Cuba… te queremos, no te olvidamos ni te olvidaremos nunca. Es el sentir de toda nuestra gente y …- No pude concluir la frase, sorprendido y profundamente impresionado, en espontánea manifestación de admiración y regocijo le doy un fuerte abrazo.

El rostro viril de Domingo perpetuado en mármol. Foto Abril 2010.

Vi un brillo intenso en su mirada, sus ojos estaban humedecidos. Rompió el breve abrazo, se sentó en “mi” banco y con un gesto me invitó a que ocupara un espacio a su lado.

– Hablemos de lo principal, de Jovellanos, DE NUESTRA QUERIDA TIERRA, como bien le dices – y sin detenerse, contó lo siguiente:

-El pequeño poblado de Bemba creció impetuoso gracias a la pujante producción azucarera de sus numerosos ingenios y extensas plantaciones cañeras. En las fincas y haciendas situadas en sus alrededores se daba de todo en abundancia y fructificó la ganadería. Particular importancia cobró la fabricación de piezas y materiales para los ingenios en las pailerías y fundiciones. – Hizo una pausa. Ordena sus ideas, pensé.

-En 1870, con su nuevo y definitivo nombre – continuó – Jovellanos tenía un aspecto similar al de otros pueblos matanceros. Sus calles casi a oscuras en la noche debido al escaso alumbrado público; viejas casas señoriales de enormes puertas y ventanas en las que se mantenían costumbres patriarcales, con esclavos domésticos, muchos de ellos transformados después en criados voluntarios de sus antiguos dueños.

Le escuchaba con la máxima atención. En apretada síntesis describía al Jovellanos de fines del siglo XIX. Respiró profundo y prosiguió.

– Diferentes establecimientos comerciales proliferaron, entre ellos cafés y hoteles bien abastecidos; relucientes coches y algunas volantas

Una volanta. Carruaje utilizado para los paseos y visitas a lugares de interés en la campiña cubana

Una volanta. Carruaje utilizado para los paseos y visitas a lugares de interés en la campiña cubana

 utilizados en paseos por el pueblo o visitas a fincas o lugares de interés. Se realizaban peleas de gallos, paradas de “voluntarios”[2], funciones de circo, fiestas cívicas y religiosas, bailes en el Casino Español o en el Centro de Artesanos o algún guateque en fincas y bateyes. Pero tal escenario, en apariencias positivo y pintoresco, tenía un defecto fundamental, la falta de libertad, el abuso y el atropello de las autoridades y simpatizantes de la corona española. Vivíamos sometidos! – concluyó apasionado.

I I

Domingo Mujica y Carratalá nació en Jovellanos el 15 de Septiembre de 1865 en la casa que después ocupara la tienda de víveres “La Aurora”, situada en la esquina de Martí y Esperón, Real y Obispo sus nombres originales.

Casa Natal de Domingo Mujica. Su frente da a la calle Marti y su costado a la calle Esperón.

Casa Natal de Domingo Mujica. Su frente da a la calle Martí y su costado a la calle Esperón.

Fue el primogénito del matrimonio de Don Domingo Mujica y Orasio, natural de Guanabacoa y Doña Juana Carratalá de Sotolongo, oriunda de Macurijes, ambos de ascendencia española, quienes tuvieron dos hijos más, José y María.

Recibió el bautizo el 4 de Noviembre de 1865 en la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Bemba y lo apadrinaron sus abuelos maternos.

Su hogar se distinguió como modelo de probidad e hidalguía, los padres enseñaron a sus hijos a sentir por la Patria. Su infancia transcurrió sin acontecimientos trascendentales. Asistió a la escuela del barrio y después a un colegio en la ciudad de Matanzas donde inició el bachillerato. La muerte de su padre le impidió continuar estudios.

Muy joven empezó a trabajar para ayudar a sostener a su madre y hermanos. Conoció diferentes oficios en establecimientos comerciales, fue tabaquero y también empleado de la casa de calderas y puntista de los ingenios La Diana y Unión de Fernandez.

Su interés por la lectura contribuyó a su extensa y sólida cultura histórico-literaria que le hicieron admirar los ideales y los hombres de la Gran Revolución Francesa. Era muy original en sus ideas y actos, su capacidad intelectual notable y profundas sus convicciones.

Fue un alegre y apuesto joven, decidido, simpático, pulcro y elegante, con una cerrada barba rubia, poblado bigote, estatura mas bien alta y francos ojos verdes que resaltaban en su trigueño rostro de correctas facciones.

Sus amigos, que compartieron o conocieron muchas de sus vivencias, señalan que Domingo nunca presumió de valentía ni mucho menos fue un pendenciero, era tranquilo y pacífico. Sin embargo, la arrogancia provocadora y las constantes humillaciones de los españoles y sus seguidores le forzaron muchas veces a enfrentarlos. Destacan entre otras las siguientes anécdotas:

– Una noche en el hotel “La Unión”, después de un baile en el Casino Español, entró al establecimiento Don Joaquín Pérez, uno de los dueños del Central “Soledad” y administrador del mismo. Recién llegado de España participó en el referido baile y alegando que se habían reido de él se expresó despectivo y colérico contra los cubanos. Domingo, que se encontraba en el lugar, no se pudo contener y le respondió con firmeza que él era uno de esos cubanos, no se burló de su persona y no le permitía que tratara a todos de esa manera. Se produjo una violenta discusión y Mujica se vió obligado a defenderse de la agresión del hacendado y los guardias armados que le acompañaban. De tal manera que concertó un duelo con el personaje, designándose los testigos o padrinos de ambas partes. Gracias a la intervención de varios amigos el incidente terminó amistosamente.

– En otra ocasión, en el mismo establecimiento, Domingo reaccionó de inmediato al escuchar frases ofensivas para Cuba que venían de un grupo de españoles intransigentes. No le importó el número de ellos, les salió al paso y les cerró la boca.

– Durante una lidia de gallos un “bravucón” peninsular de nombre Perico Macías empezó a molestarlo con palabras soeces. El individuo, con fama de matón se imponía a todos, pensó que con aquel joven sería igual, pero pronto comprendió su error al observar que Mujica no le temía, por lo que le pareció oportuno calmarse rápidamente.

Su caracter leal y expresivo, su amena conversación e intachable conducta le granjearon el respeto y aprecio de quienes le conocieron. De agradable presencia física, bailador excelente y enamorado de la belleza nunca le faltaron admiradoras que le mostraron interés y simpatía, pero siempre fue un caballero.

Conoció el amor en Limonar, poblado cercano. Quedó prendado de una encantadora chiquilla. Ella le correspondió y él hizo la petición oficial de noviazgo. Dos años de felices relaciones iban a culminar en matrimonio cuando estalló la Guerra por la Independencia en 1895.

Comprometido en el movimiento revolucionario, Mujica partió aplazando todos sus proyectos, el deber le llamaba y colocó el reclamo de la Patria por encima de los mas grandes afectos terrenales. La novia vió truncadas sus mas caras ilusiones, le llegaron las noticias de la sublevación de su prometido, de su apresamiento, de su brevísimo proceso y su condena …

III

Con la mirada perdida en un punto indefinido mantuvo un silencio prolongado. Buscaba en sus recuerdos lo más trascendente. Se esforzaba por legarnos en palabras lo tan preciado que nos entregara con su vida.

Me atreví a interrumpir el curso de sus pensamientos y le dije:

– El sólo hecho de que te mostraras ante mí habla de tu generosidad. Soy un humilde hijo de tu tierra, uno de tus hermanos y haré llegar a todos cuanto he conocido de tí. Es muy importante saber de tu participación en la lucha por la Independencia.

Me miró sonriente y reanudó su relato.

– Sé de tus afanes, por esa razón estoy aquí – prosiguió tras un profundo suspiro – Conocí el amor a la libertad desde pequeño. Mis padres nos inculcaron esas ideas, sentíamos muy profunda nuestra cubanía. La Guerra de los Diez Años trajo inquietudes y esperanzas, hubo lucha en esta región durante esa etapa, pero no llegó a ser lo suficientemente fuerte, las riquezas de España en Matanzas quedaron intactas. A pesar de ello no se dejó de conspirar y realizar algunas acciones. – se detiene un instante.

-Al finalizar 1894 y en las primeras semanas de 1895 – continúa – la situación era insostenible, el levantamiento era inminente. Según las indicaciones de José Martí se produjo simultáneo el 24 de Febrero en varios lugares del país. El fracaso de “Ibarra”[3] fue rudo golpe para la insurrección en Matanzas, pero no acabó con nuestros anhelos de libertad.

– Yo trabajaba por entonces en el ingenio Unión de Fernández, estaba complicado en la actividad revolucionaria de la provincia, no pude evitar las sospechas de las autoridades españolas y decidí incorporarme a las filas del Ejército Libertador.

– Para ese momento – le interumpo – ya te encontrabas bajo vigilancia ? – la respuesta era obvia, pero la pregunta iba en su ayuda, necesitaba un respiro en el emotivo relato.

– Sí, sobre todo era muy vigilada mi casa en Real y Obispo, – prosiguió – esperaban el momento oportuno para detenerme. Enterado de ésto me reuní con varios conspiradores en la finca “Los Algarrobos de Almagro” y acordamos lanzarnos a la manigua tan pronto fuera posible. Necesitábamos algún armamento, cabalgaduras y otros medios. La mayoría prometió unírseme para un alzamiento en toda regla.

– Me encontré con Mariano Fondevilla[4], quien se identificaba con mis ideas y nos fuimos hacia La Habana. Allí, tras contactar con algunos conspiradores, decidimos marchar a Las Villas y unirnos a una fuerza insurgente. Encontramos la vía de hacer el recorrido sin serios tropiezos…Después de pasar Caibarién, Yaguajay y el central Narcisa llegamos a un sitio conocido por “Jobo Rosado”. En sus cercanías nos incorporamos como infantes a una partida mambí donde permanecimos un mes haciendo guardias avanzadas sin más arma que el machete. Al lugar llegó el coronel del Ejército Libertador Joaquín Castillo, mas tarde ascendido a general, quien nos integró a su Estado Mayor. Con sus tropas participé en los combates de San José y Seborucal. Ya los insurrectos se encontraban en los límites de Sagua y consideré conveniente volver a Jovellanos para encontrarme con los que me esperaban y buscar a los fracasados de Ibarra que quisieran formar parte de nuestro grupo.

Al llegar a este punto de su relato, le recordé:

– Domingo, para esa fecha, finales de Julio de 1895, los altos mandos del Ejército Libertador trabajaban intensamente sin dejar de combatir, en los preparativos de la Invasión a Occidente, zona del país en la que se encontraban los principales recursos militares y económicos de la Colonia. Además, en el caso de Matanzas su territorio eminentemente llano, cruzado en aquellos tiempos por 29 líneas de ferrocarril, facilitaban la movilidad del Ejército Español.

– Sí, es cierto. No pocos jefes y oficiales consideraron prematura y descabellada esta gestión. De todas formas fuimos autorizados por el Coronel Castillo a que pasáramos a prestar servicios a la jurisdicción de Colón y sus alrededores. Durante el viaje de regreso nos encontramos con otros jefes mambises que intentaron disuadirnos y afirmaron que en aquel momento nuestras intenciones eran una absurda temeridad.

– Por qué no escuchastes a esas personas experimentadas, conocedoras de la situación ? – le pregunté.

– En verdad fuí un soñador, subestimé sus acertados consejos. Pensaba seriamente que Jovellanos , Colón y otras poblaciones matanceras proporcionarían un respetable contingente de soldados y se fortalecería nuestra lucha.

Se detuvo, muy breve, y su relato fluyó con nuevos detalles.

– Para los primeros días de Agosto nuestro pequeño grupo acampó en el ingenio “Tajonera”, en los alrededores de Jovellanos. Muchos de los comprometidos a sumársenos no cumplieron su palabra. Sólo se incorporaron los jóvenes patriotas jovellanenses José Cadenas, Modesto Vega, Herminio Leyva, Leopoldo Fernández e Hilario López.

Pasamos por varias fincas del barrio “Realengo” y recibimos la buena noticia de que se nos unirían unos 30 hombres. Dejé al mando a Fondevilla para salir al encuentro del importante refuerzo. Regresé sólo, no encontré a nadie. En ese momento fuimos atacados por numerosas fuerzas españolas. Para desorientarlos decidimos caer sobre la guarnición de “El Roque”, donde ocupamos unas pocas armas.

Los españoles nos perseguían implacables. En la noche del 11 de Agosto, al pasar el callejón de la finca “La Juanita” fuimos sorprendidos por una guerrilla de voluntarios de Jovellanos y un grupo de la guardia civil que operaba en la zona. Nos dieron el “alto”. Entusiasmado y movido por su ardor patriótico, José Cadenas respondió: “Cuba Libre!”. Una de las balas de la cerrada descarga de fusilería con que fue acogida su viril respuesta le ocasionó la muerte. Este hijo de Jovellanos fue el primero que cayó en combate por la libertad en su propio terruño natal.

Guarda emotivo silencio al recordar a su compañero caído. Aproveché para decirle:

– De él también vivimos orgullosos; en su honor, una de nuestras calles llevó su nombre y hace algún tiempo lo sustituyeron por una designación numérica, decisión tomada contra el patriotismo jovellanense. Pero allí permanece el parquecito que aun se llama “José Cadenas”.

– Sí, conozco los hechos… tienes razón. – continuó su inestimable narración. – El sorpresivo combate nocturno dividió nuestro pequeño grupo, unos pocos quedaron conmigo. Nos dirigimos a la finca “La Campana” seguidos de numerosas fuerzas enemigas. Superados en número y armamento fuimos descubiertos y nos comenzaron a disparar desde el camino. Ordené a mis hombres abrirse paso y escapar de forma individual, no existía otra alternativa. Personalmente hice resistencia, pero fui apresado ese 12 de Agosto de 1895. Lo demás es conocido – concluyó.

IV

En las primeras horas de la noche del mismo día Mujica fue conducido a Jovellanos. Lo llevaron esposado por toda la calle Real. La población cubana mostró su emoción y dolor. Algunos españoles encendieron grandes antorchas con el fin de reconocer al patriota y humillarlo a su paso hacia el cuartel.

Al otro día, 13 de Agosto, lo trasladaron en tren con fuerte custodia a la ciudad de Matanzas. Lo internaron en el Castillo de San Severino, asignándole la celda número uno.

De inmediato se le instruyó proceso sumarísimo que de antemano estaba decidido. En nefasta coincidencia, el día anterior el General Arsenio Martínez Campos, Capitán General de la Isla en representación de la Corona española, dictó un bando condenando a la pena de muerte “a todo jefe o cabecilla insurrecto que fuera hecho prisionero”.

El 19 de Agosto el Consejo de Guerra que juzgó a Mujica lo condenó a muerte. La madre intercedió por la vida de su hijo ante Martínez Campos; incluso las principales autoridades del gobierno, políticas, religiosas y de la prensa de Jovellanos también hicieron gestiones ante el mismo personaje para que le conmutaran la pena. Pero fue inútil, sólo obtuvieron una arrogante y criminal negativa.

Le permitieron al reo despedirse de sus familiares cercanos. Muy doloroso el postrer encuentro entre madre e hijo. Mujica escribió con pulso firme y clara letra tres cartas: una dirigida a su querida novia Lucía Alvarez, otra a su tía Manuela Carratalá y la última a su amigo el Doctor Antonio Esperón, médico de Jovellanos, más tarde coronel del Ejército Libertador.

Pocas horas antes del amanecer, Domingo recibió la inesperada visita del Fiscal de su causa, señor Nájera, quien le propuso el indulto a cambio de ponerse a las órdenes de España. Entonces se produjo entre ellos un diálogo visto, escuchado y mas tarde “divulgado literalmente con la palabras siguientes”[5]:

Mujica: Bueno, pero para contestarle a usted necesito antes que responda a varias preguntas mías.

Fiscal: Diga usted.

Mujica: Si alguien le propusiera a Martínez Campos pasarse a las filas insurrectas que diría Martínez Campos?

Fiscal: Nadie es capaz de proponerle eso a Martínez Campos.

Mujica: Tiene usted mucha razón. Pero podrían escribirle proponiéndoselo.

Fiscal: (Sonriendo) Sí, sí, eso sí; pero estoy seguro que Martínez Campos rompería la carta y la tiraría al cesto.

Mujica: No había pensado en ello y veo que continua usted en la razón. Pero deseo saber que diría usted si viera , lo cual no es posible, al señor Martínez Campos peleando en las filas de Antonio Maceo…

Fiscal: Hombre ! Pues diría que se había vuelto loco!

Mujica: Pues yo le ruego encarecidamente que me deje a mí morir en mi juicio.

Esto último lo dijo Mujica con tal énfasis que hizo enmudecer al Fiscal, quien se levantó malhumorado y salió rápidamente.

El resto del tiempo lo pasó en capilla, escuchó dos misas, se confesó con uno de los sacerdotes y esperó el cumplimiento de su sentencia sereno, afable, sin que trasluciera signos de nerviosismo.

A las seis en punto de la mañana del 20 de Agosto de 1895 lo condujeron al lugar conocido como “tercera glorieta” o “última glorieta” del Paseo de Santa Cristina, abrazó a los sacerdotes que le acompañaron hasta allí, quedando frente al mar. Rogó que no vendaran sus ojos y dirijió una larga y profunda mirada al numeroso público que acudió a presenciar su ejecución.

Cumplido el brevísimo ritual de las órdenes al piquete de soldados, se escucharon los disparos y acabaron con su vida. Fue ejecutado por la espalda, como traidor a España. Se produjo el primer fusilamiento de un patriota cubano en la Guerra del 95.

Se afirma que sus restos mortales no pudieron ser trasladados al Panteón de los Mártires de la Independencia que en la ciudad de Matanzas se levantara en época republicana por no haber sido encontrados en el sitio que se aseguró habían sido enterrados.

El fusilamiento de Domingo conmocionó a la población matancera que además conocía del arresto de centenares de independentistas que también fueron confinados en el Castillo de San Severino. Días depués, en las columnas del muy custodiado edificio del Gobierno Militar Español en Matanzas, escrito apresuradamente con carbón, amaneció un soneto dedicado a Mujica por el poeta Bonifacio Byrne, que fue copiado y corrió de boca en boca por la ciudad y todo el país. Ese poema habla por si mismo y dice:

A Domingo Mujica

Murió de cara al mar aquel valiente,
bañado por la luz de la alborada,
noble, serena y firme la mirada,
tranquilo el corazón, alta la frente.

Cerca, la muchedumbre indiferente
para ver aquel crimen congregada;
mejor hubiera estado arrodillada,
que es la actitud que cuadra al impotente.

Murió de cara al mar, en hora impía,
y no rugió de rabia el oceano
ni en noche eterna convirtióse el día !

Murió con el valor de un espartano,
mientras la libertad le sonreía
señalándole el cielo con la mano!

En sus “Crónicas de la Guerra”, el general José Miró Argenter, Jefe del Estado Mayor de la Columna Invasora al mando del Lugarteniente General del Ejército Libertador, general Antonio Maceo Grajales, destaca en sus páginas como el fusilamiento de Domingo Mujica, junto a otros macabros hechos posteriores ejecutados por las fuerzas españolas, desacreditaron a Martínez Campos que se las daba de hidalgo y honorable caballero, quien días antes de la ejecución de Mujica declaró a un corresponsal del periódico neoyorquino “World”: “Yo no considero a los insurrectos como bandidos, ni me propongo tratarlos como si lo fueran. He dado órdenes para que los prisioneros sean tratados con benignidad y se cuide a los heridos insurrectos que caigan en poder de las tropas. Yo no mato a los insurrectos.”[6]

En 1898, cuando fueron evacuadas de Jovellanos las últimas fuerzas españolas y la población se lanzó a las calles jubilosa, algunos patriotas del pueblo buscaron a los peninsulares que habían humillado a Mujica cuando lo trajeron prisionero y los obligaron a gritar repetidas veces “Viva Cuba Libre!”, “Viva Domingo Mujica!”.

El 20 de Abril de 1899, el Generalísimo del Ejército Libertador Cubano Máximo Gómez Báez, en viaje hacia la capital del país desde su cuartel general en Las Villas, detuvo el tren en que hacía su recorrido en Jovellanos, en medio del pueblo, donde se cruzan la línea del ferrrocarril y la calle Real, Martí y Daniel González.

Un tren en medio del pueblo de Jovellanos. Detrás se puede ver la edificacación donde se encontraba “La Taberna”.Foto de 1899. Esta foto muestra  el mismo año, el lugar en que se produjo el encuentro del Generalisimo Máximo Gómez con la madre y la hermana de Domingo Mujica.

Un tren en medio del pueblo de Jovellanos. Detrás se puede ver la edificacación donde se encuentra “La Taberna”.Foto de 1899. Ella muestra el mismo año, el lugar en que se produjo el encuentro del Generalísimo Máximo Gómez con la madre y la hermana de Domingo Mujica.

Allí se entrevistó con la madre y la hermana del héroe, señora Juana Carratalá y señorita Maria Mujica. No existe constancia del diálogo que sostuvieron, pero no hay dudas de que el Jefe Supremo del Ejército Libertador expresó sus condolencias y su alta valoración acerca de la conducta patriótica y la entereza de Domingo a sus familiares más cercanos, y les brindó su aliento y consuelo.

Al constituirse la República, uno de los primeros acuerdos del Ayuntamiento de Jovellanos designó al parque situado cerca de la estación de ferrocarril con el nombre de Domingo Mujica Carratalá. En su honor muchos pueblos matanceros incluyendo la propia capital provincial designaron alguna de sus calles con su nombre.

El 10 de Octubre de 1919, querida fecha Patria, previa colecta pública que ayudó a sufragar los gastos, se inauguró el monumento construido en mármol dedicado al predilecto hijo de mi pueblo.

Monumento en honor a Domingo Mujica Carratalá, inaugurado el 10 de Octubre  de 1919 en el parque del mismo nombre en Jovellanos.

Monumento en honor a Domingo Mujica Carratalá, inaugurado el 10 de Octubre de 1919 en el parque del mismo nombre en Jovellanos.

A cada uno de los lados del pedestal tiene las siguientes inscripciones:

– “Por suscripción popular a iniciativa del probo ciudadano Manuel Rubio y Marca, Alcalde Municipal de esta Villa. Fue inaugurado este monumento el diez de octubre de mil novecientos diez y nueve.”- En este mismo lado hay una artística representación en bajo relieve del fusilamiento de Mujica.

– “De los mejores caístes el primero por la ley del destino. Tus enemigos de ayer te admiran hoy, honran y son amigos de tu patria”. “Manuel Rubio”

– “Domingo Mujica y Carratalá nació en Jovellanos el 15 de Septiembre de 1865. Fue fusilado en el Castillo de San Severino, en Matanzas, el 20 de Agosto de 1895.”

– En el otro lado (el último en la secuencia que aquí se expone) está grabado el inmortal soneto dedicado a Domingo por el excepcional poeta matancero Bonifacio Byrne (consta en párrafos anteriores ).

Ojalá este hermoso monumento reciba las atenciones que require para que se mantenga similar al día en que por primera vez fue visto.

Por iniciativa del Club Rotario y del Dr. Ramiro Curbelo, estudioso de la vida del héroe, en su casa natal se colocó una tarja conmemorativa que expresa: “Aquí existió la casa donde nació Domingo Mujica Carratalá, primer mártir del 95. Devotamente el Club Rotario de Jovellanos, mayo 30 de 1937.” A partir de la década de 1940 esa casa se convirtió en la tienda de víveres “La Aurora”, cuyo dueño fue el señor Joaquín Lee. Posteriormente se afirma que es el “Museo Municipal” con el nombre de Domingo Mujica Carratalá.

V

La conversación prosiguió, no hubo pausas.

– Mira, Domingo, – le dije – lo demás es conocido por no muchas personas. Asimismo, la constancia documental de los hechos es poca y no está al alcance de todos. Lo narrado por tí y quienes te conocieron y estuvieron cerca de tí tienen un altisimo valor para los jovellanenses y todos los cubanos. No son alabanzas ni lisonjas, significas mucho para nosotros – finalicé la frase con evidente sinceridad.

– El tiempo ayuda a conocer el sabor y el signo de las cosas. Nunca me propuse ser lo que hoy represento para ustedes, fui uno más y me sigo sintiendo igual. Comprendo lo que dices y lo que te propones. –

– Puedes decirnos algo más ?, cualquier detalle es muy importante. –

– Bueno, los últimos días de mi existencia física en verdad fueron muy duros. Atravesar el pueblo prisionero de los españoles, el juicio sumarísimo; momentos muy difíciles. Despedirme de mi querida madre fue en extremo doloroso, me esforzé en pedirle resignación y fortaleza de espíritu pues la suerte ya estaba echada… Amaba la vida, estaba en la flor de la juventud, lleno de sueños y esperanzas… Me encomendé al Todopoderoso y mi consuelo fue pensar que moriría por una causa justa… Puedo asegurarte que “estaba en mi velorio y creía estar en el de un amigo “.[7] – acompañó esta frase final con una sonrisa.

Me impactaron sus últimas palabras. Nadie podría imaginar cómo se pudo sentir Domingo en circunstancias tan adversas – pensé – pero le creo, en los hechos mostró la extraordinaria fortaleza de su espíritu, su hombría y patriotismo. Comenzó nuevamente a hablar.

– Ya debo marcharme. Haz de estar satisfecho, estuve por un rato contigo y conversamos. Tienes para contar un poco de mí como querías. – se detuvo por un instante, abarcó con la mirada el amado pedazo de su tierra, también la mía, y añadió solemne:

-Llevo a mi pueblo en el alma, quiero a mis hermanos jovellanenses y siempre estoy y estaré de su lado…- elevando ligeramente la voz, en el mismo tono, solemne, subrayó – PERO DEL LADO EN QUE ESTEN LA RAZON Y LA JUSTICIA !

No me dió tiempo a nada más, se puso de pie y lo imité. Se inclinó hacia mí, vi de nuevo el intenso brillo de su mirada y su sonrisa. Nos abrazamos tan fuerte o más que al encontrarnos. Sin decir otra palabra me dió la espalda, se encaminó por el mismo rumbo en que lo ví venir y desapareció al pie de su monumento…

…La suave brisa que se extiende por el parque cobra fuerza, se convierte en torbellino que estremece los árboles y me golpea el rostro. Una sacudida de mi cuerpo me despierta… Había quedado brevemente dormido mientras releía una vez más su biografía… Soñaba…

Hondamente impresionado por el insólito y emotivo encuentro, dije para mi como si lo gritara a toda voz: Gloria al mejor de los hijos de mi pueblo!!! … Domingo Mujica y Carratalá es y será siempre EL PRIMERISIMO DE LOS JOVELLANENSES !!!

Notas:

[1] Vestuario de Domingo Mujica momentos antes de su ejecución. Tomado de : “Datos biográficos sobre el primer mártir de la Guerra del 95” de la Dra. Delia Carrera Torres. Aprobado en el Cuarto Congreso Nacional de Historia celebrado en Santiago de Cuba del 8 al 12 de Octubre de 1945. Este valioso documento de la Historia de nuestro país fue localizado por el autor de DE NUESTRA QUERIDA TIERRA en la biblioteca de la Universidad de Miami, en “The Cuban Heritage Collection, Roberto C. Goizueta Pavillion”, donde en muy buen estado de conservación guardan primorosamente un ejemplar del mismo y me cedieron, amables, una copia de tan preciado documento.

[2] “Voluntarios”. Denominación que se dió a la milicia armada compuesta de simpatizantes españoles que apoyaban sus operaciones militares y reprimían a los patriotas cubanos.

[3] “Ibarra”. Lugar en las cercanías de la ciudad de Matanzas escogido como uno de los puntos para el levantamiento general el 24 de Febrero de 1895. El fracaso se debió a que los españoles lograron apresar a algunos de los conspiradores, otros fueron dispersados y no fructificó el levantamiento.

[4]”Mariano Fondevilla”. Uno de los compañeros de Domingo Mujica en la conspiración e incorporación a las fuerzas insurrectas. Autor de la narración histórica “Domingo Mujica y sus compañeros”. Localizada por el autor de DE NUESTRA QUERIDA TIERRA con la ayuda de su amigo Juan Falcón en: Harvard University. Collection Development Department. Widener Library, HCL/ Fondevilla, Mariano. Domingo Mujica y sus compañeros. Jovellanos: Imp. «El Arte», 1906.

[5] “Conversación entre Mujica y el fiscal Nájera. “Datos biográficos sobre el primer …” de la Dra. Delia Carrera Torres…

[6]”Crónicas de la Guerra” de José Miró Argenter. “Libro Cuarto. En Matanzas”. Tomado de “Digitized by Google”.

[7] Frase de Mujica. “Datos biográficos sobre el primer…” de la Dra. Delia Carrera Torres…