Desde las primeras décadas del pasado siglo Jovellanos contó con un moderno Hospital General, Dispensarios y otras instalaciones de salubridad para uso público. Tampoco faltaron las Clínicas y Consultorios Médicos privados y varias farmacias provistas de los más eficaces medicamentos de la época. Selecto y crecido el grupo de médicos, personal de enfermería, técnicos, auxiliares y de servicios que entregaron sus esfuerzos a prevenir y curar enfermedades, a edificar, mantener e higienizar los centros de salud o realizar otras funciones vinculadas con la sanidad. Imposible exponer la grandeza y los nombres de tantas personas que han hecho y hacen por la salud de los jovellanenses.
Destacado médico mambí que por sus aguerridos y profesionales méritos alcanzó el grado de Coronel del Ejército Libertador, Antonio Esperón, natural de Jovellanos, fue uno de los precursores de la medicina moderna en el pueblo que le vió nacer y una de nuestras calles llevó su nombre por años aunque algunos la conocieran popularmente como la “Calle de la Aurora”.
Diversas anédotas escuché sobre el eminente médico, Doctor Miguel Bereau Viamontes, ejemplo excepcional en el afán de curar a los enfermos y de absoluto desinterés, especialmente con los más necesitados, a los que no cobraba o se negaba a aceptar pagos por sus inestimables servicios. En su honor y para orgullo de todos, una de las salas del Hospital de Jovellanos llevó su nombre y a pesar del tiempo transcurrido, pues esta extraordinaria persona dejó de existir a fines de la década del 40, su obra permanece grabada en el corazón de mucha gente.
Guardo especial recuerdo de gratitud al Doctor Gabriel Ferrer, quien en su Clínica de la Calle Real asistió exitosamente a mi querida madre en el parto de su primogénito un frío día de Diciembre de 1947. Igual reconocimiento a la señora Antonia Faura de Azpeitia que la asistió en el alumbramiento de sus otros dos hijos, mis hermanos queridos, con idénticos resultados. Cómo olvidar a los Doctores José Edrosa González y Calixto Machado Saragoza, quienes cuidaron la salud de mi familia con alta profesionalidad, singulares muestras de sensibilidad humana y apasionada entrega a su labor.
Otros médicos y odontólogos que sirvieron a mi pueblo fueron los Doctores Pita, Hernández, Boada, Catá, Quintana, Cachón, Vega, Zanoletti y Beato, entre otros. Veneradas las eficientes y cariñosas enfermeras Carmelina Hernández e Irma Nodarse (Mimí), las que se desempeñaron con elevado dominio de sus funciones y una permanente dulce sonrisa en sus agraciados rostros. Siempre estaremos agradecidos de la enfermera Miriam Gómez; ella, aun fuera de servicio, curaba esmeradamente a mi hermano enfermo. Los técnicos de Rayos «X» José Ramón Gárate e Iván Nodarse ganaron el aprecio de los pacientes por meritorio trabajo. Reynaldo Gómez (Pipo), Mónico La’o y Osvaldo Valencia fueron excelentes choferes de la ambulancia de la localidad.
Conservo en la memoria con respeto y admiración las pintorescas estampas de los sencillos trabajadores que con sus carretones tirados por mulos y sus carritos de grandes ruedas, armados de sus palas y escobillones, recogían la basura y mantenían muy limpias las calles de mi pueblo.
Tenemos una sobresaliente figura de la Medicina, el neurólogo de renombre internacional, Doctor Calixto Machado Curbelo (Caqui), a quien le estimamos no sólo por sus conocimientos científicos, sino además, por la magnífica persona que es. Contamos también con el destacado Médico General, Doctor Nelson García Morales que atiende a sus numerosos pacientes con dedicación, experiencia y sabiduria. Existen muchos más que hicieron y hacen por la salud de los jovellanenses.
Sonríe la fortuna y enaltece a mi natal Jovellanos su inapreciable historial, cual preciado tesoro, en el vital quehacer de la salud.
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